Productores alertan por el peso de la carga impositiva y los costos internos, que se llevan dos tercios de lo que generan.
El sector agropecuario volvió a encender alarmas sobre la crítica situación que atraviesa, apuntando principalmente al desbalance entre los precios internacionales y los costos locales. Desde CARBAP aseguraron que hoy la carne argentina es “barata en dólares”, pero que se volvió “imposible en pesos”, debido a la escalada de gastos internos y a una presión fiscal que consideran asfixiante.
Según los productores, alrededor del 67% de lo que genera el campo termina absorbido por impuestos y retenciones, lo que deja un margen exiguo para reinvertir o siquiera cubrir los costos operativos. Esta carga tributaria, sumada a la inflación y a la falta de crédito accesible, pone en jaque a miles de establecimientos, especialmente a los pequeños y medianos.
Representantes rurales explicaron que, mientras el producto final —como la carne— mantiene un valor competitivo si se lo mide en divisas, los costos que deben afrontar para producir en la Argentina no paran de aumentar, desde el combustible hasta la logística y los insumos. “Estamos ante una situación insostenible: producimos a pérdida o al límite”, remarcaron.
El escenario se complica aún más por la incertidumbre macroeconómica, que frena proyectos de inversión y obliga a muchos a vender hacienda antes de tiempo para obtener liquidez. En este contexto, las entidades del campo insistieron en la necesidad de una reforma impositiva que alivie la presión y permita sostener la actividad.
Mientras tanto, el malestar crece en el interior productivo y no se descartan nuevas medidas de protesta si no hay respuestas del Gobierno. Para los productores, se vuelve urgente un plan que contemple reducción de impuestos, financiamiento y estabilidad, para que el potencial del campo no quede ahogado por los costos en pesos y las exigencias fiscales.