Un estudio revela que la mayoría ajustó su forma de comprar frente a la pérdida de poder adquisitivo y la inestabilidad financiera.
La mayoría de los hogares argentinos modificó sus hábitos de consumo en respuesta a la actual crisis económica: tres de cada cuatro, incluso ocho de cada diez personas, informaron haber cambiado la forma en que compran. El ajuste abarca desde marcas hasta lugares de compra y frecuencia de salida.
Entre los cambios más frecuentes se encuentra el traslado hacia productos genéricos o marcas más económicas, priorizando bienes alimenticios básicos y reduciendo el consumo de lujo o no esenciales. También se observa una preferencia por canjes o promociones digitales, retrayendo el consumo presencial.
Además, muchos consumidores optaron por cambiar sus canales de compra, guiándose hacia comercios minoristas en vez de grandes supermercados, con el objetivo de reducir costos y aprovechar descuentos. Las compras en ferias y directamente a productores locales ganaron relevancia.
Según el informe, el ajuste en el consumo no solo responde a la inflación persistente, sino también a una pérdida sostenida de ingresos reales. Frente a esto, los consumidores buscan maximizar cada peso, replanteando su presupuesto mensual de forma más estricta.
El fenómeno implica un desafío para empresas y productores, que deben adaptarse a nuevas preferencias y una demanda más sensible al precio. Al mismo tiempo, deja en evidencia la tensión social que genera el deterioro del poder adquisitivo en amplios sectores de la población.