Durante la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile, una batalla campal en las tribunas terminó con heridos, detenciones masivas y la cancelación del encuentro.
El partido de octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile fue suspendido en el segundo tiempo debido a graves incidentes que derivaron en una batalla campal dentro del estadio Libertadores de América. Las autoridades informaron que hubo al menos 10 heridos y alrededor de 90 detenidos como consecuencia de los enfrentamientos provocados principalmente por lanzamientos de objetos y destrozos.
La Conmebol oficializó la cancelación del encuentro y responsabilizó al club local y a las autoridades de seguridad por no garantizar las condiciones necesarias para el desarrollo del partido. Desde el inicio del segundo tiempo, se registraron agresiones entre hinchas que obligaron a detener el juego de manera definitiva.
El contexto fue crítico: hinchas de Universidad de Chile arrojaron proyectiles y destruyeron estructuras del estadio. La respuesta fue una fuerte ofensiva de parte de barras de Independiente que ingresaron a la tribuna visitante, generando corridas, ataques físicos y escenas de violencia extrema.
La situación incluso involucró a menores: testigos reportaron agresiones contra un niño, y varios heridos fueron trasladados a centros médicos locales. Entre ellos, algunos en estado grave. Parientes y autoridades expresaron alarma por la magnitud del episodio.
En su pronunciamiento, el presidente de Chile condenó los hechos y coordinó acciones diplomáticas para proteger y asistir a sus compatriotas. Mientras tanto, las secuelas políticas y deportivas incluyen repercusiones para los clubes, procesos disciplinarios y una mirada crítica sobre la organización y seguridad en estos eventos.
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