El falso mito de una población que no trabaja, pero que en verdad lo hace y mucho en un contexto de pluriempleo y precarización.
Las nuevas tecnologías de la comunicación, el creciente acceso a Internet y la pandemia, marcaron un futuro que parece no tener vuelta atrás: el trabajo remoto, desde cualquier lugar, a toda hora. Si bien estos entornos laborales ofrecen nuevas oportunidades para el desarrollo profesional, también generan situaciones de ansiedad y estrés laboral.
En este mundo dónde prilifera la presión por la productividad constante a bajo costos, los trabajadores jóvenes parecen ser los más afectados. Cuanto mayor es el nivel de precariedad laboral, también es mayor la prevalencia de padecer en la salud mental. Según estudios del primer semestre del año, crece de una manera acelerada el trabajo por cuenta propia entre los jóvenes.
Esta situación favorece el cambio de trabajo constante, e incluso de un sector a otro. “Ahora bien, la magnitud y la rapidez de los cambios, junto con un entorno laboral que no tiene en cuenta el bienestar mental de las personas, pueden conducir a problemas de salud física y mental, el uso nocivo del alcohol u otras sustancias, el absentismo y la pérdida de productividad”, afirma Dévora Kestel, Directora de Salud mental y abuso de sustancias de la Organización Mundial de la Salud.
Según el estudio de Argentina Futura, el cuentapropismo es una modalidad de trabajo caracterizada por la baja capitalización y calificación de las actividades, sumada a la ausencia de derechos laborales básicos. Esta situación favorece la multiplicidad de trabajos y el cambio constante de los mismos. A su vez, el Informe anual sobre la situación de jóvenes en el sistema de riesgos del trabajo, indica que los jóvenes acceden a trabajos más exigentes, con jornadas más extensas y con los ingresos más bajos del mercado de trabajo.
Estas características laborales de los jóvenes, hace que sean los más afectados en relación al estrés laboral y otros problemas conexos de salud mental. Por suerte, hay un progresivo reconocimiento de que el bienestar mental de los trabajadores tiene efectos positivos en los resultados de la organización, así como en la salud, la realización profesional y la calidad de vida del trabajador, explicó Dévora Kestel.