Las muertes se registraron en distintas provincias y las autoridades intensifican los controles mientras avanza la investigación.
La cifra de víctimas por el consumo de fentanilo contaminado en Argentina asciende a 33 personas, en un brote que generó preocupación en el sistema sanitario y movilizó a las autoridades de distintos niveles del Estado. Los casos se reparten principalmente entre las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, donde también se reportaron múltiples internaciones.
El fentanilo, un opioide sintético de altísima potencia, suele utilizarse en contextos hospitalarios controlados. Sin embargo, en este caso se trata de una versión adulterada, cuya procedencia aún está siendo investigada. Las primeras hipótesis apuntan a una red de distribución ilegal con ramificaciones en varias ciudades del país.
En Rosario, una de las zonas más afectadas, las autoridades sanitarias emitieron alertas epidemiológicas y reforzaron los controles en farmacias, hospitales y centros de salud. También se inició un protocolo de atención de urgencia para los casos sospechosos de intoxicación con opioides.
El Ministerio de Salud de la Nación colabora con las provincias en tareas de seguimiento y análisis toxicológico. Además, se solicitó la intervención de la justicia federal para avanzar en la trazabilidad de las sustancias involucradas y determinar responsabilidades.
Mientras tanto, especialistas advierten sobre los riesgos del consumo no prescripto de fentanilo, y piden campañas de concientización sobre sus efectos. El episodio volvió a poner sobre la mesa el problema del acceso a sustancias controladas y la necesidad de fortalecer los mecanismos de fiscalización.