Este domingo, el país andino define el equipo que gobernará los próximos cinco años tras una campaña marcada por polarización y cambio.
Los bolivianos acudirán este fin de semana a las urnas en una elección considerada clave para el futuro del país. El proceso electoral enfrenta a dos principales bloques que buscan romper con la reciente era del expresidente Evo Morales o retomarla desde otras formas de liderazgo.
En juego está el modelo político y económico: por un lado, quienes apuestan por el continuismo con ajustes; por otro, bloques que prometen un giro hacia políticas de libre mercado o reformas profundas del Estado. Temas como la minería, el gas, la autodeterminación indígena y la integración regional fueron centrales durante la campaña.
La campaña también se desarrolló en un contexto de alta tensión social y polarización. Hubo enfrentamientos verbales, movilizaciones en distintas regiones del país —especialmente en el altiplano y las zonas rurales— y denuncias de presiones sobre electores e instituciones.
El resultado tendrá implicaciones más allá de Bolivia: para la región andina y Sudamérica, un cambio de gobierno puede alterar alianzas políticas, acuerdos comerciales y la influencia de potencias externas en la región. El país se prepara para una jornada decisiva.