Una expedición científica española confirmó en febrero un brote de gripe aviar, altamente patógena, en seis islas de la península antártica.
La gripe aviar se propaga de manera preocupante en uno de los lugares más inhóspitos de la Tierra y por eso sorprende: en la Antártida. Científicos del CSIC han encontrado el virus en 13 especies y no solo aves, pingüinos, focas y lobos son algunos de los animales afectados por este virus que ya ha aprendido también a saltar a humanos.
El resultado positivo de presencia de ese patógeno ha aparecido en nueve tipos de aves, como los pingüinos de Adelia, barbijo y papúa, cormoranes antárticos, gaviotas o skuas (págalos), y cuatro mamíferos, como el lobo antártico y las focas cangrejera, de Weddell y leopardo, según informó el grupo.
“Los resultados obtenidos están a otra escala con respecto a la información que teníamos antes, son muy significativos y reflejan la amplia extensión del virus”, sostuvo Antonio Alcamí, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (Cbmso-CSIC-UAM), quien lidera la investigación.
El estudio se ha realizado tanto en individuos vivos como en cadáveres y, en estos últimos, se ha encontrado la presencia del virus en el 50 % de los casos analizados.
En muchas ocasiones, la carga viral en los animales muertos era muy alta, lo que indica un riesgo de exposición al virus en la zona cercana a los cadáveres, indicó el CSIC.
Otro dato importante para el investigador es que han encontrado el virus circulando entre animales vivos asintomáticos, en concreto en pingüinos, aunque entre estos la mortalidad no es alta, algo que ha sorprendido a Alcamí.