El 97% de los hogares argentinos está endeudado y cada vez más familias compran alimentos con tarjeta. Advierten que el aumento del financiamiento refleja la pérdida del salario real.
El uso de las tarjetas de crédito en Argentina marcó en abril su nivel más alto desde 2021, según datos del sistema financiero. El fenómeno está impulsado principalmente por el deterioro del poder adquisitivo y el aumento de precios, que llevan a miles de familias a financiar sus gastos corrientes para llegar a fin de mes.
De acuerdo con distintos relevamientos, cerca del 97% de los hogares argentinos está endeudado, con un peso creciente de los consumos básicos en sus resúmenes mensuales. Cada vez es más habitual que las familias utilicen el crédito para comprar alimentos o pagar servicios, en un contexto de salarios que pierden frente a la inflación.
Al mismo tiempo, la morosidad en el pago de las tarjetas volvió a crecer en abril y alcanzó su mayor nivel desde hace cuatro años. Expertos en consumo y finanzas personales señalan que esta combinación de alto endeudamiento y atraso en los pagos anticipa un panorama complicado para los próximos meses.
El crecimiento del financiamiento con tarjeta no se explica por un repunte del consumo voluntario, sino por la necesidad de cubrir gastos esenciales ante la caída del ingreso real. Según distintos analistas, la tarjeta funciona como un “parche” que permite postergar pagos, pero genera un efecto bola de nieve en los hogares cuando se acumulan intereses.
Organizaciones de defensa del consumidor advirtieron que muchas familias ya no pueden afrontar el total de sus resúmenes y optan por financiar el saldo mínimo, lo que termina encareciendo las deudas mes a mes. En ese marco, reclamaron políticas activas para recomponer los ingresos y evitar un deterioro mayor en la situación social.
Mientras tanto, entidades financieras muestran preocupación por el crecimiento de la cartera irregular y evalúan endurecer los criterios de otorgamiento de crédito. El fenómeno evidencia cómo la crisis económica golpea directamente la vida cotidiana y empuja a millones de argentinos a sostenerse con préstamos cada vez más difíciles de pagar.