Las dos principales economías del mundo pactaron una tregua arancelaria de 90 días, marcando un giro en la prolongada disputa comercial.
Luego de años de tensiones, Estados Unidos y China anunciaron un acuerdo para reducir mutuamente sus aranceles en un plazo de 90 días. El pacto, que fue confirmado por ambas delegaciones, busca descomprimir la guerra comercial que afectó a mercados globales e interrumpió cadenas de suministro clave.
La tregua implica una reducción gradual de gravámenes sobre bienes industriales, tecnológicos y agrícolas, con el objetivo de avanzar hacia una normalización de las relaciones comerciales. Funcionarios de ambos países señalaron que el entendimiento es el primer paso hacia un tratado más amplio que se espera negociar en los próximos meses.
Según trascendió, Washington se comprometió a suspender nuevos aumentos arancelarios mientras se evalúe el cumplimiento de los compromisos por parte de Beijing. A su vez, China aceptó mejorar sus mecanismos de protección de la propiedad intelectual y ampliar el acceso a empresas estadounidenses en sectores estratégicos.
El acuerdo fue bien recibido por los mercados financieros, que respondieron con subas en las bolsas asiáticas y norteamericanas. También generó expectativas positivas en países exportadores, que podrían beneficiarse de una mayor estabilidad en el comercio global.
Aunque se trata de una medida temporal, analistas coinciden en que el pacto representa una señal de distensión tras años de confrontación. Resta ver si ambas partes logran avanzar hacia un acuerdo duradero que permita redefinir las reglas del intercambio entre las dos mayores potencias del planeta.