Con una movilización que recorrió la 9 de Julio, exigieron mejores salarios y recursos para el hospital pediátrico. “Defendemos el derecho a la salud de nuestros hijos”, señalaron.
Familiares de pacientes del Hospital Garrahan organizaron este domingo una bicicleteada por el centro porteño para respaldar el reclamo salarial y presupuestario de los trabajadores del emblemático centro pediátrico. La manifestación partió desde el Obelisco y recorrió la avenida 9 de Julio con pancartas y banderas que pedían garantizar el funcionamiento pleno del hospital.
El conflicto en el Garrahan lleva varias semanas. Médicos, enfermeros y personal técnico exigen mejoras salariales, incorporación de insumos y el cumplimiento de partidas presupuestarias prometidas, en un contexto de fuerte ajuste en el sector público. Ante esta situación, las familias de pacientes se sumaron con una actividad que buscó visibilizar la importancia de defender la salud infantil.
“Estamos acá para apoyar a quienes cuidan la vida de nuestros hijos todos los días. Sin médicos, enfermeras ni recursos, el Garrahan no puede seguir funcionando como corresponde”, expresó una madre que participó de la movilización. Entre las consignas también reclamaron por el mantenimiento edilicio y la compra de equipamiento clave para tratamientos complejos.
Desde el hospital advirtieron que la falta de actualización presupuestaria pone en riesgo la atención de alta complejidad que brinda el Garrahan, referencia nacional e internacional en el cuidado de la salud pediátrica. “No es solo una cuestión salarial, estamos hablando de la continuidad de tratamientos vitales”, señalaron delegados del personal.
La bicicleteada contó con la participación de niños, familiares, organizaciones sociales y trabajadores, que concluyeron la jornada con una suelta de globos frente al hospital como símbolo de esperanza. Los convocantes aseguraron que continuarán realizando acciones pacíficas hasta obtener respuestas del Gobierno.
El reclamo del Garrahan se suma a otros conflictos en hospitales públicos y evidencia el impacto de los recortes presupuestarios en el sistema de salud. Mientras tanto, familias y profesionales insisten en que se trata de una cuestión de derechos humanos: “No hay tiempo que esperar cuando está en juego la vida de los chicos”.