El balance del turismo internacional en junio reflejó una marcada fuga turística: por cada visitante que ingresó a Argentina, más de dos argentinos viajaron al exterior.
El flujo de turistas en Argentina durante junio mostró un marcado desequilibrio. Según datos oficiales, un total de 321.200 turistas extranjeros ingresaron al país, mientras que 655.900 argentinos viajaron al exterior, lo que implica una diferencia de más del doble entre egresos e ingresos turísticos.
Este fenómeno, conocido como «fuga turística», genera preocupación en el sector debido al impacto que tiene en la balanza de divisas. Mientras que los visitantes extranjeros suelen generar ingresos en dólares, los viajes al exterior implican una salida de moneda dura, lo cual representa un desafío para el objetivo de atraer turismo receptivo como fuente de ingresos genuinos.
Entre las razones que explican este comportamiento se destacan la diferencia de precios con países vecinos, las promociones en paquetes internacionales y la búsqueda de destinos con mayor estabilidad económica. A esto se suma una percepción negativa de los servicios turísticos locales por parte de algunos sectores de la clase media.
Por otra parte, el turismo receptivo aún no logra recuperarse por completo tras los años de pandemia y se ve afectado por factores como la inflación, la inestabilidad del tipo de cambio y la disminución de vuelos internacionales. Las cifras actuales muestran que el turismo internacional todavía está por debajo de los niveles prepandemia.
Desde el Gobierno y entidades del sector privado insisten en la necesidad de fortalecer las estrategias de promoción turística, mejorar la infraestructura y ofrecer mayores incentivos para captar visitantes extranjeros. Sin embargo, el desafío principal parece ser revertir una tendencia que, por ahora, favorece a los destinos fuera del país.