La destitución del coronel generó incertidumbre sobre el futuro de la Casa Militar y la seguridad del Presidente.
El gobierno destituyó al coronel Alejandro Daniel Guglielmi de su cargo en la Casa Militar, el organismo encargado de resguardar al Presidente de la Nación. La decisión, tomada por Karina Milei, secretaria general de la Presidencia, generó especulaciones.
Guglielmi, quien había ascendido durante la gestión de Alberto Fernández, deja un vacío importante después de siete años al frente de la Casa Militar. Su reemplazo, aún no oficializado, plantea incógnitas sobre el futuro de la seguridad presidencial en un contexto político complejo.
Según fuentes gubernamentales, el nombre que suena con más fuerza para ocupar el cargo es el del coronel Sebastián Ignacio Ibáñez, conocido por su gestión al frente de la V Brigada de Montaña del Ejército Argentino en Salta. Sin embargo, Ibáñez no está exento de controversia, ya que se vio vinculado con defensores de represores y expresó posturas polémicas respecto a los juicios por crímenes de lesa humanidad.
La destitución de Guglielmi marca un quiebre en la continuidad de la Casa Militar, que había sido testigo del traspaso de poder entre los gobiernos de Mauricio Macri y Fernández. Su papel durante ese período fue crucial, especialmente en el contexto de la causa por el espionaje a las familias de los tripulantes del ARA San Juan, donde su testimonio fue requerido por la defensa del expresidente Macri.
El posible nombramiento de Ibáñez como su sucesor plantea nuevos desafíos y deja entrever una posible reconfiguración en la seguridad presidencial. Su historial y sus conexiones políticas abren el debate sobre la orientación que podría tomar la Casa Militar bajo el gobierno de LLA.