Con una importante concentración en el centro porteño, la central sindical cuestionó las políticas de ajuste del Gobierno y exigió la defensa del empleo y los derechos laborales.
La Confederación General del Trabajo (CGT) encabezó este martes una multitudinaria movilización por el Día del Trabajador en la ciudad de Buenos Aires, con epicentro en el Monumento al Trabajo. Bajo la consigna “El trabajo es sagrado”, la central obrera denunció el impacto del ajuste económico sobre los salarios, el empleo y la negociación colectiva.
El acto fue una señal política clara en medio de un contexto social tenso. En sus discursos, los dirigentes sindicales rechazaron las reformas propuestas por el gobierno de Javier Milei, en particular las orientadas a modificar la legislación laboral y limitar la acción sindical. Además, manifestaron preocupación por el aumento del pluriempleo, la precarización y el deterioro del poder adquisitivo.
La movilización se llevó a cabo en el marco de un fuerte operativo de seguridad, que incluyó la implementación del protocolo antipiquetes por parte de las fuerzas federales. A pesar de algunos momentos de tensión en los accesos, la protesta se desarrolló sin incidentes graves y contó con la participación de gremios, organizaciones sociales y trabajadores no afiliados.
Desde la CGT advirtieron que, de no modificarse el rumbo económico, se profundizará la conflictividad social. También señalaron que el movimiento obrero está preparado para resistir cualquier intento de flexibilización de derechos conquistados. “No vamos a permitir que se pisotee la dignidad de los trabajadores”, afirmaron en el documento leído al cierre del acto.
La marcha significó el regreso formal de la CGT a las calles tras varios meses de relativo silencio y se interpreta como un mensaje directo al oficialismo. En este nuevo escenario, la central sindical busca reposicionarse como actor clave en la disputa por el modelo económico y social del país.