El indicador retrocedió de forma abrupta y pone en duda las proyecciones de recuperación para el segundo semestre.
La confianza del consumidor registró en agosto su peor caída en 20 meses, según los últimos relevamientos privados. El retroceso encendió señales de alarma en el Gobierno y entre los analistas, ya que impacta directamente en el nivel de consumo, uno de los motores clave de la economía.
De acuerdo con el informe, la percepción de los hogares sobre la situación económica actual y sus expectativas a futuro se deterioró de manera significativa. La incertidumbre inflacionaria, el encarecimiento del crédito y la pérdida de poder adquisitivo fueron los factores más mencionados como determinantes del descenso.
La caída en el índice de confianza no solo refleja un clima social más pesimista, sino que también compromete las proyecciones oficiales que anticipaban una reactivación en la segunda parte del año. Con menos predisposición al consumo, los comercios y las pymes podrían enfrentar meses de menor actividad.
Economistas consultados advierten que el retroceso del indicador obliga a revisar las proyecciones de crecimiento, ya que el consumo privado representa más de la mitad del PBI argentino. Además, destacan que la falta de señales claras en materia fiscal y monetaria profundiza la desconfianza de los consumidores.
En este escenario, el Gobierno evalúa nuevas medidas para recomponer ingresos y estimular la demanda interna, aunque el margen de acción es limitado por el déficit fiscal y las restricciones de financiamiento. Mientras tanto, el deterioro de la confianza se consolida como uno de los principales desafíos para la gestión económica en lo que resta del año.