El robo de las joyas históricas de la emperatriz Eugenia en el Museo del Louvre mantiene en vilo a Francia. Dos días después del hecho, el museo parisino sigue cerrado y las autoridades intentan determinar cómo fue posible vulnerar la seguridad del sitio cultural más visitado del mundo.
Entre los múltiples testimonios que surgieron tras el robo, el de una empleada de seguridad se volvió clave. “Salimos corriendo después del robo y vimos la corona de Eugenia tirada en el suelo. No podía creerlo”, relató Marika —nombre ficticio— a la agencia ANSA. La trabajadora explicó que el hallazgo ocurrió a pocos metros del museo y que la pieza, de valor “inestimable”, presentaba daños visibles por el impacto. “Está un poco dañada, pero al menos la hemos salvado”, agregó.
Según la empleada, el equipo de seguridad actuó “tan pronto como entendió que algo extraño estaba ocurriendo”, pero el golpe fue tan rápido que los autores ya habían escapado en moto tras vaciar la sala donde se exhibían las joyas.
Mientras la policía científica trabaja en el lugar, el museo permanece cerrado al público. Decenas de turistas, sorprendidos y bajo la lluvia, aguardaban frente a las rejas del Louvre, donde un cartel indicaba el cierre “por motivos excepcionales”.
El robo desató una crisis en la gestión cultural del país. El ministro del Interior, Laurent Núñez, y la ministra de Cultura, Rachida Dati, convocaron una reunión de emergencia con las fuerzas de seguridad para revisar los protocolos de vigilancia en todos los museos nacionales.
Dati admitió que la situación es consecuencia de “cuarenta años de abandono en materia de seguridad” y apuntó contra la falta de inversión en el propio Louvre. Según un informe del Tribunal de Cuentas, el museo destina solo una pequeña parte de su presupuesto —323 millones de euros anuales— a medidas de seguridad, lo que se considera insuficiente.
El documento también revela que en los últimos cinco años se instalaron apenas 138 cámaras, que cubren solo un tercio de las salas. Frente a esto, el gobierno de Emmanuel Macron anunció una inversión de 800 millones de euros para la modernización integral del museo, de los cuales 160 millones estarán destinados a reforzar la seguridad.
“La estructura actual del Louvre no fue pensada para la cantidad de visitantes que recibe ni para los métodos delictivos actuales”, reconoció Dati.
Mientras tanto, la investigación continúa y la corona dañada, rescatada del suelo por una trabajadora, se ha convertido en el símbolo de una crisis cultural y patrimonial que Francia ya no puede seguir ignorando.