El Presidente calificó a su vice de “bruta y traidora” y anticipó un resultado sorpresivo en las elecciones de octubre. Fuerte tono ideológico en un acto partidario.
En un acto con fuerte impronta ideológica, el presidente Javier Milei volvió a sacudir la escena política al lanzar duras críticas contra su vicepresidenta, Victoria Villarruel, a quien calificó de “bruta y traidora”. La declaración se dio durante la apertura de un encuentro partidario organizado por sectores afines al oficialismo, donde también aprovechó para anticipar un “resultado sorpresivo” en las elecciones legislativas de octubre.
Las palabras del mandatario se enmarcan en la escalada de tensiones internas que atraviesa La Libertad Avanza, con un vínculo cada vez más deteriorado entre Milei y Villarruel. Si bien las diferencias ya habían trascendido en votaciones parlamentarias y posicionamientos públicos, esta es la primera vez que el Presidente apunta de manera tan directa contra su compañera de fórmula.
Durante el evento, autodenominado “Derecha Fest”, Milei endureció su retórica contra la oposición, el “zurdaje” —como suele referirse a sus adversarios ideológicos— y los sectores que, según él, buscan “boicotear el cambio”. El acto tuvo también un fuerte contenido religioso y simbólico, con referencias al orden, la familia y la libertad como ejes de su propuesta.
En paralelo, el jefe de Estado vaticinó que los resultados de octubre “van a sorprender a muchos”, sugiriendo una recuperación del oficialismo en las encuestas, aunque sin aportar datos concretos. La estrategia del Gobierno parece orientada a consolidar su núcleo duro, apelando a un discurso de confrontación directa y fidelidad ideológica.
Las declaraciones generaron fuertes reacciones tanto dentro del oficialismo como en la oposición. Legisladores cercanos a Villarruel evitaron responder públicamente, pero dejaron trascender su malestar por los ataques. Mientras tanto, desde el arco opositor no tardaron en cuestionar la “falta de institucionalidad” del Presidente y el tono agresivo del encuentro.
Con el clima político cada vez más tenso y las urnas a la vista, el Gobierno apuesta por profundizar su identidad confrontativa y polarizante. La incógnita es si esta estrategia resultará eficaz para revertir una imagen que, según diversos sondeos, muestra signos de desgaste en amplios sectores de la sociedad.
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