La Justicia decretó la quiebra de Deniro Hamburguesería S.A.S. tras años de problemas financieros y operativos; los acreedores podrán presentar reclamos hasta marzo de 2026.
Deniro Hamburguesería S.A.S., la cadena que supo ocupar un lugar destacado dentro del boom de hamburgueserías artesanales, enfrenta su final. El 25 de noviembre, el Juzgado Nacional en lo Comercial Nº 27 decretó su quiebra y ordenó que todos sus bienes pasen a disposición del síndico designado, Juan Manuel Ausa. La resolución, publicada el 5 de diciembre en el Boletín Oficial, establece que los acreedores tendrán tiempo hasta el 2 de marzo de 2026 para presentar pedidos de verificación de créditos, mientras que los informes del síndico se darán a conocer entre abril y junio del próximo año.
El cierre judicial formaliza una caída que venía desarrollándose desde hace tiempo y que no sorprende dentro del sector gastronómico. Deniro, que llegó a superar los 30 locales en su punto más alto y que aún mantiene ocho en funcionamiento, arrastra un historial crítico: casi $5.000 millones en cheques rechazados según datos del Banco Central, denuncias de franquiciados, conflictos laborales, problemas operativos en su planta central de Mataderos y clausuras reiteradas por parte de la AGC y la Fiscalía 38.
De la expansión veloz al derrumbe
La marca nació en 2007 con una propuesta diferencial: hamburguesas de entraña en un mercado que empezaba a adoptar el formato gourmet. Su estrategia de crecimiento —basada en un fuerte sistema de franquicias— permitió que se multiplicara rápidamente en el AMBA y otras provincias, llegando a ubicarse entre las cuatro cadenas más grandes del país por cantidad de locales.
Ese modelo, sin embargo, empezó a mostrar grietas. Franquiciados y proveedores denunciaron que las ventas proyectadas no se cumplían, que los costos eran mayores a los esperados y que el soporte operativo era insuficiente. Las dificultades se acentuaron cuando la planta de producción —que abastecía con panes, medallones y salsas a toda la red— empezó a acumular irregularidades y clausuras. También hubo quejas de vecinos por presuntas conexiones ilegales y aperturas fuera de horario, incluso con fajas de clausura vigentes.
Mientras tanto, la situación financiera se deterioraba de forma acelerada. El volumen de cheques rechazados, que superó los $5.000 millones, fue un indicador clave de la crisis estructural que atravesaba la empresa.
Qué ordenó la Justicia
El fallo del Juzgado Comercial 27 obliga a los dueños a entregar de inmediato el patrimonio al síndico y prohíbe a terceros realizar pagos a la compañía, ya que serán considerados ineficaces. También intimó a los responsables a fijar domicilio en un plazo de 48 horas.
En los próximos meses comenzará el proceso de verificación de créditos y la posterior liquidación. Los locales aún operativos deberán ajustarse a las disposiciones del síndico mientras avanza la quiebra.
La caída de Deniro refleja un fenómeno recurrente en el sector: expansiones rápidas sostenidas en estructuras débiles, modelos de franquicias tensionados, marketing ambicioso, costos crecientes y una competencia cada vez más exigente.






