Fue “la gran tapada” por su hermana mayor, Victoria Ocampo, por su marido, Adolfo Bioy Casares, y su amigo, Jorge Luis Borges. Pero con el correr de los años, su posición en la literatura argentina fue cambiando sigilosamente, hasta ser considerada, hoy, como uno de sus grandes exponentes.
Creadora de historias tan magnéticas como perturbadoras, Silvina Ocampo supo correrse del asedio público que despertaron a su alrededor las figuras literarias de su hermana Victoria Ocampo, su esposo Adolfo Bioy Casares o su amigo Jorge Luis Borges para dedicarse al pulido de sus relatos, impactantes historias que la convirtieron no solo en una de las mejores exponentes del género fantástico en la Argentina sino que revalidaron, a 120 años de su nacimiento, la vigencia de una obra que renace en nuevas ediciones y voces que se nutren de ella para amplificar los alcances del género.
Fue una mujer extravagante, graciosa y reconocida por la prensa y sus pares. Probablemente haya elegido el ritmo de vida que llevó y que le permitió ser una exponente en el género fantástico. Silvina escribió doce libros de cuentos (cuatro de ellos infantiles) tres novelas, una obra de teatro en colaboración, once textos de poesía y una antología.
Los aniversarios permiten regresar a los libros de una escritora singular. La editorial Lumen acaba de lanzar la “Biblioteca Silvina Ocampo”, una edición al cuidado de Ernesto Montequin, una buena noticia para los lectores que podrán reencontrarse con varios clásicos.