Se trata del represor Jorge Acosta, que desde la cárcel escribió una carta avisorando un futuro mejor con el candidato libertario y ratificó la teoría de Milei de durante la última dictadura cívico-militar hubo «una guerra civil revolucionaria».
La llegada de La Libertad Avanza (LLA) de Javier Milei al balotaje con Sergio Massa despertó la esperanza de varios represores presos. Jorge Eduardo Acosta, el cerebro del grupo de tareas que operó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), circuló una carta entusiasmada desde la Unidad 34 de Campo de Mayo en la que decía que avizoraba la llegada de tiempos mejores para sus intereses. “Se aproxima la hora del conocimiento de la verdad, pero no la que se dice que es la verdad que surgió de juicios manejados por la ‘patria socialista’”, escribió el excapitán de fragata condenado a prisión perpetua por un catálogo de crímenes aberrantes que incluye desde secuestros, torturas, abusos sexuales, robo de bebés, homicidios hasta desapariciones.
Acosta, el excapitán de fragata condenado a prisión por secuestros, torturas, abusos sexuales, robo de bebés, homicidios y hasta desapariciones, comenzó su texto diciendo que existió una “Guerra Civil Revolucionaria Terrorista Trotskista en los años ‘70”, y se definió a sí mismo como un veterano de esa guerra. “No he sido víctima ni reconozco que persona alguna me considere víctima por ello”, aclara el represor. En los últimos doce años, Acosta tiene dos sentencias a prisión perpetua por crímenes en la ESMA; una a 24 años por los delitos sexuales que sufrieron mujeres que estaban allí detenidas y una a 30 años de prisión por su participación en el plan sistemático de robo de niños.
Desde que se reabrieron los procesos por crímenes cometidos durante los años del terrorismo de Estado, Acosta se dedicó a provocar a sus víctimas: mientras hablaba del olor “hediondo” de los cadáveres que se acumulaban en la ESMA, se refería a los sobrevivientes como “agentes de inteligencia” para descalificar sus denuncias que desde siempre lo sindicaron como el cerebro del grupo de tareas que operó en el centro clandestino de detención de la Marina.