La Casa Blanca informó que ya existe un entendimiento para un Acuerdo de Comercio e Inversión con la Argentina. El esquema anticipado implica una fuerte apertura del mercado local a productos estadounidenses y condiciona la política comercial argentina, especialmente frente a China y el Mercosur.
Mientras el canciller argentino Pablo Quirno se reunía en Washington con el secretario de Estado Marco Rubio, el gobierno de Estados Unidos anunció de manera unilateral que ya se alcanzó un consenso político para avanzar en un Acuerdo de Comercio e Inversión con Argentina. El comunicado difundido por la Casa Blanca sostiene que el objetivo es “fortalecer y equilibrar la relación económica bilateral”, aunque los lineamientos anticipados muestran una marcada asimetría a favor de los intereses estadounidenses.
Según la información difundida por Washington, el acuerdo implica una apertura casi irrestricta del mercado argentino a productos industriales, tecnológicos, farmacéuticos y agroalimentarios de origen estadounidense, mientras que Estados Unidos solo eliminaría aranceles sobre bienes primarios o insumos sin impacto relevante en su industria interna. Además, se anticipa que Argentina deberá alinearse con la política comercial norteamericana respecto de terceros países, un punto que podría afectar directamente su vínculo con China y condicionar la inserción en el Mercosur.
Javier Milei celebró el anuncio y lo presentó como un logro de su cercanía con Donald Trump. Durante un acto en Corrientes, el presidente aseguró que el país se “capitalizará fuertemente” gracias al acuerdo y prometió un “nuevo siglo de oro” basado en minería, energía y alimentos.
Aunque el entendimiento aún debe cerrarse técnicamente y ser aprobado por el Congreso, los compromisos enumerados generan preocupación en sectores industriales y productivos locales. El texto oficial de la Casa Blanca confirma que Argentina eliminará barreras no arancelarias, reducirá exigencias regulatorias y reconocerá estándares estadounidenses en áreas sensibles como vehículos, dispositivos médicos y medicamentos, lo que representa una cesión significativa de autonomía normativa.
El acuerdo también prevé modificaciones en materia de propiedad intelectual, regulaciones agropecuarias más flexibles para productos estadounidenses y cooperación estratégica en minerales críticos como litio y cobre, áreas de alto valor geopolítico para Washington. A esto se suma el reconocimiento de Estados Unidos como jurisdicción adecuada para la transferencia de datos personales, lo que alinea a la Argentina con la legislación estadounidense en comercio digital.
Si bien el Gobierno promete inversiones y previsibilidad, la estructura del acuerdo anticipa costos importantes para la industria local, las economías regionales y la capacidad regulatoria del Estado. La apertura amplia a productos altamente competitivos pone en riesgo sectores sensibles, mientras que la dependencia normativa y comercial podría profundizar la asimetría histórica de la relación bilateral.





