La devaluación del mes pasado comenzó a trasladarse a las góndolas, con los productos básicos como principales afectados.
El aumento del dólar en julio ya muestra sus consecuencias en la economía cotidiana: los precios de los alimentos registraron una suba del 3,1% en lo que va de agosto, según mediciones privadas. El dato confirma que la devaluación se trasladó de manera rápida al consumo masivo, especialmente en productos de primera necesidad.
Las góndolas de supermercados y comercios barriales reflejan el encarecimiento de artículos como lácteos, aceites, harinas y carnes, que encabezan los incrementos. Los especialistas advierten que el impacto podría ser mayor en las próximas semanas si la inestabilidad cambiaria persiste.
El fenómeno se suma a un contexto de inflación sostenida que golpea el poder adquisitivo de los hogares. Para muchas familias, el aumento de los alimentos implica destinar una porción cada vez mayor de sus ingresos a cubrir necesidades básicas, lo que restringe el consumo de otros bienes.
Economistas consultados señalan que el traspaso del dólar a precios suele darse con fuerza en los rubros más sensibles, y alertan que las medidas de control oficial tienen un alcance limitado frente a la magnitud del salto cambiario. Al mismo tiempo, recomiendan seguir de cerca la evolución del tipo de cambio paralelo, que funciona como referencia para la formación de precios.
De cara al cierre del mes, las expectativas se concentran en el índice de inflación oficial, que podría reflejar un nuevo repunte. Mientras tanto, el desafío para el Gobierno será contener el impacto social del aumento de los alimentos y garantizar el abastecimiento en un escenario de incertidumbre económica.