Con una contundente victoria, el histórico mandatario formoseño renovó su hegemonía y se aseguró una mayoría amplia en la Legislatura provincial.
El gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, volvió a demostrar su dominio político en la provincia al imponerse con una diferencia abrumadora en las elecciones locales. El peronismo obtuvo más del 70% de los votos, lo que no solo le garantiza la continuidad en el poder, sino también una mayoría cómoda en la Legislatura que podría habilitar eventuales reformas constitucionales.
Insfrán, quien gobierna Formosa desde 1995, celebró el resultado como una ratificación del respaldo popular a su modelo de gestión. En su discurso, agradeció a la militancia y llamó a “seguir defendiendo los intereses del pueblo formoseño frente a los intentos de sometimiento”. El mandatario mantiene uno de los liderazgos más longevos de la política argentina actual.
La oposición, encabezada por la alianza entre radicales y libertarios, quedó muy lejos en la competencia y denunció irregularidades, aunque sin presentar pruebas concretas. Además, la baja participación electoral —que no superó el 68%— alimentó las críticas sobre el sistema político local, que sectores opositores califican como “cerrado” y “clientelar”.
Con este nuevo triunfo, el oficialismo provincial logró también retener intendencias clave y ampliar su influencia territorial. El control del Poder Legislativo le permite al gobierno avanzar sin grandes obstáculos en su agenda política y económica dentro de la provincia.
Formosa sigue así consolidándose como uno de los bastiones más sólidos del peronismo en el país. Mientras otros territorios muestran reconfiguraciones electorales, Insfrán continúa edificando un poder que, por ahora, parece inquebrantable.