La participación electoral cayó a uno de los niveles más bajos desde el regreso de la democracia. Analistas apuntan al malestar social, la crisis económica y la desconfianza política como las principales causas de la baja concurrencia.
La jornada electoral de este domingo dejó una marca histórica: solo el 66% de los argentinos habilitados para votar acudió a las urnas, lo que significa que más de 12 millones de personas decidieron no participar. Se trata de uno de los niveles de participación más bajos a nivel nacional desde el regreso de la democracia en 1983.
Según los datos oficiales difundidos tras el cierre del escrutinio, el ausentismo fue del 34%, sobre un total de 35.987.634 electores. El fenómeno sigue la tendencia registrada en los comicios provinciales celebrados entre abril y septiembre, en los que en seis de diez distritos la participación ni siquiera alcanzó el 60%. En Chaco, por ejemplo, solo la mitad del padrón votó en mayo.
Los especialistas atribuyen esta caída a un clima generalizado de desencanto y desconfianza hacia la dirigencia política. Entre las causas, mencionan el deterioro económico, la falta de propuestas concretas, la sensación de que el voto no genera cambios reales, y la percepción de corrupción e ineficiencia institucional. También señalan el cansancio social por las campañas negativas y la polarización extrema, sumados a la proliferación de noticias falsas que agravan la apatía ciudadana.
Históricamente, desde la implementación de las PASO en 2011, la participación promedio rondaba el 77%. En las legislativas de 2021, afectadas aún por el impacto de la pandemia, bajó al 72%. Dos años después, en las elecciones de 2023, todas las provincias superaron el 70%, con Santa Cruz (72,7%) como la más baja y Tucumán (83%) como la más alta.
El contraste con las primeras décadas de la democracia es marcado: entre 1983 y 1989, la participación superaba el 85%, y durante los años ‘90 se mantuvo por encima del 82%. Desde 2015, sin embargo, la curva descendente se acentuó y nunca volvió a superar el 80%, salvo en las generales de 2019.
El fenómeno preocupa a analistas y autoridades, que advierten que esta caída de la participación puede afectar la legitimidad del sistema democrático y agravar la desconexión entre la ciudadanía y la política.






