Durante una entrevista televisiva, una madre reclamó con dureza justicia al responsable del laboratorio, en medio de una fuerte carga emocional.
En una entrevista televisiva cargada de tensión, la madre de una de las víctimas del fentanilo contaminado tuvo un cruce contundente con el dueño del laboratorio señalado como fuente del lote adulterado. La mujer lo acusó de haber arruinado la vida de su hijo y exigió respuestas claras.
Durante el intercambio, ella expresó entre lágrimas: “Fue la vida de mi hijo la que vos estropeaste”. El propietario del laboratorio intentó defenderse alegando desconocimiento o falta de intención, pero su postura no logró más que avivar la indignación pública.
El momento fue vivido como un catalizador simbólico de la bronca contenida por muchas familias que perdieron a sus seres queridos o aún no tienen certezas sobre las causas. La vulnerabilidad de la madre y la frialdad de quien representa a la empresa generaron contraste y conmoción.
La situación pone presión sobre la justicia para avanzar con contundencia: el debate sobre si hubo negligencia, responsabilidad penal o incluso dolo se intensifica con este tipo de exposiciones públicas. Además, alimenta un creciente reclamo social por una resolución ágil del caso.
Finalmente, el hecho consolidó lo que ya era central en el conflicto: el dolor de las familias reclama justicia y no puede ser silenciado, mientras que para el laboratorio, implica una herida de reputación muy difícil de reconstruir.