La policía militar golpeó salvajemente a los hinchas albicelestes y Messi se llevó al equipo al vestuario.
Hace 20 días Boca fue a Río de Janeiro a jugar la final de la Copa Libertadores y los hinchas fueron agredidos salvajemente por barras de Fluminense, apañados por la policía brasileña que los reprimió. Ahora le tocó a la Selección Argentina ir a jugar al Maracaná el superclásico de América frente a Brasil y los hinchas sufrieron una brutal golpiza de los que deberían encargars de brindar seguridad.
Luego de los respectivos himnos nacionales, los futbolistas de la Selección nacional irrumpieron el acto protocolar y fueron a una de las tribunas del estadio para intentar interceder ante la represión policial de las fuerzas brasileñas ante los argentinos que se ubican en una masa reducida. Primero comenzó una pelea entre hichas, pero luego llegó la policía, que reprimió con brutalidad y cobardía únicamente a los de celeste y blanco. No así contra los locales, lo mismo que había pasado antes de la final entre Boca y Fluminense por la Copa Libertadores hace dos semanas.
Advertidos del bochorno, mientras volaban butacas de un lado a otro, los propios jugadores de la Selección saltaron los carteles y fueron directamente a defender a sus compatriotas, sin intervenir directamente pero para la tremenda golpiza que estaban viendo en una de las cabeceras. Dibu Martínez fue uno de los que más cerca de las agresiones estuvo: se colgó de la tribuna e intentó detener a la policía, que reprimía sin control.
Por orden de Lionel Messi, los jugadores de la selección argentina decidieron abandonar el campo de juego por la violencia que se vio en las tribunas del Maracaná. Luego de 20 minutos, Argentina volvió a la cancha y el partido se pudo jugar. Media hora después de la hora programada.