El capocómico tenia una larga trayectoria en cine, teatro y televisión. Sus personajes serán recordados por siempre. Estaba alejado del medio por problemas de salud.
Este martes, a los 84 años, falleció Antonio Gasalla, uno de los grandes íconos del humor y la televisión argentina. La triste noticia fue confirmada por el productor teatral Carlos Rottemberg, quien a través de sus redes sociales comunicó el deceso del actor tras una larga y difícil enfermedad que había mermado su salud en los últimos tiempos. Hace apenas unos días, Gasalla había recibido el alta médica luego de una internación por neumonía en el Sanatorio Otamendi de Buenos Aires. Sin embargo, su salud, ya comprometida por la demencia senil, había generado gran preocupación entre sus allegados y seguidores.
La partida de Gasalla deja un vacío profundo en el mundo del espectáculo argentino y, sobre todo, en la memoria colectiva de una sociedad que creció con sus memorables personajes. Con él, se va una de las figuras más representativas del humor nacional, cuyas interpretaciones reflejaron con una agudeza única la idiosincrasia de los argentinos.
Gasalla fue un virtuoso de la comedia. No hay mejor manera de definir su obra que a través de la ironía y el sarcasmo con los que describió el comportamiento cotidiano del argentino medio. Con casi treinta personajes, popularizados en la televisión, logró reflejar, a través del humor más crudo y corrosivo, nuestra forma de ser, nuestra contradicción y nuestras virtudes y defectos. Cada uno de sus personajes quedó grabado en la memoria del público, convirtiéndose en un espejo deformado de la sociedad, que no dejaba de reír, pero también de reflexionar.
A diferencia de otros humoristas, Gasalla fue el único, junto a Enrique Pinti, que logró trascender del reducido culto del café concert hacia el reconocimiento masivo, sin perder la esencia de su mensaje. A pesar de haber comenzado en un escenario más íntimo y reducido, Gasalla llegó a millones de hogares, transformándose en un referente del humor nacional. Pero lo que lo distinguió de Pinti fue su capacidad para mantenerse en el foco televisivo durante años, con el apoyo del público y el respeto de la crítica. Además, su talento para diversificar su arte a través de una galería de personajes tan distintos entre sí le permitió mantenerse siempre vigente, sin dejar de sorprender.
Uno de los momentos más recordados de su carrera fue su interpretación de Mamá Cora, la abuela desquiciada de Esperando la carroza (1985). Con una peluca, una carcajada forzada y una frase memorable, Gasalla logró inmortalizar a este personaje que, hoy, es parte del ADN de la cultura argentina. Las expresiones de Mamá Cora, a menudo repetidas sin saber su origen, se siguen escuchando entre las generaciones más jóvenes, perpetuando el legado de un comediante que, con su talento y su mirada satírica, logró definir una parte fundamental de lo que somos como sociedad.
Antonio Gasalla, el hombre que habló a través de sus personajes y que prefería ocultar su rostro, se va, pero su legado permanecerá por siempre. Porque su humor, más que hacer reír, hizo pensar y mostró con crudeza y ternura las caras de la sociedad argentina. Hoy, el país despide a un grande que dejó una huella imborrable en la cultura popular.